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Reciben en algarabía en Colombia al Papa Francisco

El pontífice  llegó ayer a Colombia con un mensaje de paz y reconciliación para una visita de cinco días. El avión de Alitalia que transportó al obispo de Roma aterrizó a las  4 de la tarde en la base aérea de Catam, anexa al aeropuerto El Dorado, y desde ese momento todo fue fiesta. A los […]

El pontífice  llegó ayer a Colombia con un mensaje de paz y reconciliación para una visita de cinco días.

El avión de Alitalia que transportó al obispo de Roma aterrizó a las  4 de la tarde en la base aérea de Catam, anexa al aeropuerto El Dorado, y desde ese momento todo fue fiesta.

A los gritos de “Francisco, Francisco” o “Que viva el papa Francisco” y de cánticos religiosos, decenas de miles de colombianos dieron al papa una emocionante bienvenida en las calles de Bogotá después del recibimiento por parte del presidente Juan Manuel Santos.

Tras recibir el saludo de Santos, que lo esperó al pie de la escalerilla del avión, el papa y la pareja presidencial caminaron por el tapete rojo hasta donde estaban los primeros invitados.

Entre los escogidos para saludar a Francisco estuvieron Emmanuel, el niño que nació en cautiverio hace unos trece años cuando su madre, la política Clara Rojas, compañera de fórmula presidencial de Ingrid Betancourt, estaba secuestrada por las FARC, hoy convertidas en partido político.

Emmanuel le entregó una paloma de la paz hecha en porcelana que representa el momento especial de Colombia por la firma de la paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia

El papa saludó y dedicó varios minutos para abrazar y bendecir a un grupo de discapacitados, entre ellos militares y policías heridos en combate, una señal de que las víctimas tendrán un papel relevante en esta visita que además de Bogotá incluye a las ciudades de Villavicencio, Medellín y Cartagena.

Concluido el acto, Francisco abordó el papamóvil para un recorrido de 15 kilómetros hasta la Nunciatura Apostólica que se convirtió en una auténtica demostración de fervor y afecto de un pueblo volcado a las calles para saludarlo.