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Editorial.-Es hora de dialogar despojándose de prejuicios y ofensas para trabajar en busca de la justicia.

Estamos llamados a ser testigos de la misericordia. Teniendo presente este mensaje los Obispos de las diócesis fronterizas de Forte Libertè, Hincha y Jacmel de Haití, y Barahona, San Juan de la Maguana y Mao-Montecristi se reunieron los días 13 y 14 de este mes por iniciativa de las comisiones de Pastoral Migrante de las […]

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Estamos llamados a ser testigos de la misericordia. Teniendo presente este mensaje los Obispos de las diócesis fronterizas de Forte Libertè, Hincha y Jacmel de Haití, y Barahona, San Juan de la Maguana y Mao-Montecristi se reunieron los días 13 y 14 de este mes por iniciativa de las comisiones de Pastoral Migrante de las Conferencias Episcopales de ambos países.

Este encuentro, que ya estaba programado desde hace tiempo, coincidió con la reunión de los Presidentes de Haití y nuestro país, llevada a cabo el martes 13 en Barahona.

En el caso de la Iglesia es normal que nuestros pastores se encuentren para planificar acciones pastorales, también para buscar salidas a situaciones tensas entre comunidades y pueblos donde se pone en juego la dignidad humana. Se trabaja sin buscar aplausos, promoviendo el bien común y sabiendo que somos hijos de un mismo Padre.

Con relación a la reunión de los Presidentes hay que destacar que llega en un momento oportuno, para evitar que sigamos alimentando el desencuentro y el odio, cuando lo esencial es aprender a convivir con respeto, buscando alternativas que permitan a cada nación crecer trabajando por los más pobres que están aquí y allá, sin injerencias foráneas que muchas veces lo que buscan es protagonismo.

Hay que abogar para que se respeten los acuerdos firmados. Que prime la sensatez entre las autoridades del vecino país y nuestro y que ningún interés particular esté por encima de la legítima aspiración de los habitantes de cada país que anhelan tener una vida digna.

Y con relación al encuentro de Obispos haitianos y dominicanos realizado en Mao, esperamos que sirva de ejemplo a los sectores políticos inmersos en las relaciones de Haití y República Dominicana, para que comprendan que juntos podemos encontrar salidas esperanzadoras a los problemas que padecen ambas naciones.

Es hora de dialogar despojándose de prejuicios y ofensas para trabajar en busca de la justicia; y como dice el Papa Francisco: No nos dejemos robar la esperanza y la alegría que brota de la experiencia de la Misericordia de Dios, que se manifiesta en las personas que encontramos a lo largo del camino.

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